Herencias de Pablo Escobar – http://www.lapatria.com

Pasaron casi 20 años para que el escritor Jorge Franco volviera a poner en el centro de una novela el narcotráfico. Larry regresa a Medellín 12 años después de haberse ido, desde que asesinaron a su padre, testaferro y lugarteniente de Pablo Escobar Gaviria. Vuelve para definir qué hacer con los huesos de su padre, recién descubiertos en un basurero.

El cielo a tiros es el título de esta novela que está cargada de literatura, narrada en tres capas distintas. Es sumamente bien trabajada la forma intercalada de los capítulos y de los momentos, con formas narrativas distintas. Y con un final que redondea la faena.

El escritor de Rosario Tijerasdemuestra cómo ha crecido en la literatura, cada vez sus narraciones entran en terrenos más complejos y sabe sacar adelante sus historias con mucho trabajo, porque se nota en la narrativa, y con mucho impacto para sus lectores.

El recorrido de las primeras páginas por las vías de Medellín, una forma de aplazar el reencuentro con la madre, es introducirse en la oscuridad de la ciudad y en el extraño y reciente mundo de la alborada, una celebración en la que se quema pólvora como si se fuera a acabar el mundo, aunque esté prohibida. Y que es resultado del triunfo de un combo sobre otro, nada que ver con la religiosa -o comercial- festividad de la Navidad.

Franco explicó en la reciente Feria del Libro de Manizales que está convencido de que los hijos de los narcos no tienen la culpa de cargar con los estigmas que les heredaron sus padres, pero que no está muy seguro de que las esposas no tuvieran esa culpa.

Y de eso habla esta novela, personajes de carne y hueso, que todos hemos conocido, porque fueron nuestros vecinos, porque son nuestros parientes, porque simplemente veíamos cómo iban por el mundo como si fueran sus dueños. Hombres sin escrúpulos con el fin de ganar dinero de sobra, mujeres que se hacían las desentendidas mientras se gastaban esos dinerales en lujos que sería difícil conseguir en un negocio decente y los hijos beneficiarios de todos esos despilfarros y, al final, también sus víctimas.

Los personajes son muy bien delineados en esta novela. Sobre todo de los padres, el muerto, el que puede ser absolutamente temerario, pero con la ternura para llorar por una hija; o la madre, que intenta dirigir lo que no puede, que da lecciones de honorabilidad, de la que ella misma carece y que se derrumba como una efigie de barro en la lluvia. Igual Larry, el que intenta despegarse de ese mundo, y su hermano, que parece encarnará la vida del padre, en una nueva historia de violencia, que apenas se insinúa, pero que al leerlo se sabe en qué terminará.

Aunque el romance que se intuye con una viajera con la que Larry tiene muchas coincidencias, aunque sean de mundos distintos, parece forzado al principio, pero el escritor sabe mostrarle el camino para darle un final que de alguna manera es una esperanza. Una novela que usted disfrutará.

D E S T A C A D O

El recorrido de las primeras páginas por las vías de Medellín, una forma de aplazar el reencuentro con la madre, es introducirse en la oscuridad de la ciudad