Por Fernando Quiroz
El escritor antioqueño se vale de otra mujer para llevar al lector por los laberintos de la noche.
La frase es vieja y mil veces pronunciada, pero rara vez puede aplicarse en la vida cotidiana: “el orden de los factores no altera el producto”. Casi siempre lo altera: no hay remedio. Pero la matemática no falla en el caso de la obra de Jorge Franco, y eso lo demuestra la reciente publicación de Mala noche, la primera novela del antioqueño, que en su momento pasó prácticamente inadvertida, como suele suceder con las óperas primas.
Franco salió del anonimato con Rosario Tijeras, una novela que navega con el viento a su favor por los mares turbulentos del narcotráfico y el sicariato, y que presenta una historia de amores difíciles que convence y desvela. Rosario se convirtió en uno de los personajes más populares de la literatura colombiana en su momento, y el libro que protagoniza se ubicó en los primeros lugares de ventas.
En un país en el que definitivamente se lee poco, a pesar de que tiene una de las producciones literarias más activas del continente, fue necesario que la prensa hiciera una bulla inusual para que el público se acercara a una obra que, como la de Franco, está inscrita en la actualidad nacional con una mirada fresca y con una pluma de indudable calidad.
Luego llegó Paraíso Travel, una historia de inmigrantes en busca del sueño americano, y confirmó las cualidades del narrador. Aunque los temas y los escenarios entre una novela y otra resultan distantes, en los dos hacen su aparición las raíces paisas de Franco, su gusto por el bajo mundo, su interés por ahondar en el complejo mundo femenino y su ambición de llevar al lector por los laberintos de la noche.
Los que conocieron al autor llevados de la mano de Rosario, y apenas ahora, varios años después, pueden enfrentarse a su primera novela, confirmarán que, en efecto, en este caso el orden de los factores es lo de menos. No importa leerla después de los títulos que le han dado gloria, porque no es menos que aquellos. Mala noche está inscrita en el universo que Franco ha ido construyendo con buen tino, y en el cual la literatura y el cine se alimentan, se confunden, se enriquecen.
Brenda, la protagonista de Mala noche, tiene mucho en común con Rosario y con Reina. Como ellas, conoce muy bien los peligros de la noche, tiene un corazón propenso al delirio, acepta las debilidades de la carne y no se ruboriza ante las tentaciones del mundo. Brenda, una mujer que se duerme con las primeras luces del día y desayuna a la seis de la tarde, termina por seducir al lector.